Después de dejar mis cosas en el hostal tomé mi cámara, el mapa que me entregaron en la recepción y salí a dar una vuelta por el casco antiguo de Berna. Soplaba una brisa cálida, algunas personas paseaban en shorts y las terrazas de los restoranes se veían llenas. Eran casi las 5 de la tarde y aún quedaban unas cuantas horas para la puesta de sol.
Caminé por las calles de adoquines hasta llegar al río Aar, el cual bordea el casco histórico de la ciudad. Me detuve unos minutos en el puente Nydeggbrücke. A lo lejos se podía ver en lo que parecía ser un mirador, un grupo de personas que se asomaban desde el borde del cerro que acota la ciudad. Decidí subir hasta el mirador.
Al cruzar el puente, el camino comenzaba a ascender y se dividía en dos: por la derecha una extensión de cemento llegaba directo a lo que parecía ser el mirador. Por la izquierda un sendero angosto serpenteaba entre el pasto cuyo verde parecía aún más intenso bajo un recién estrenado sol de primavera. Al fondo una nube rosa pálido formada por cerezos en flor bordeaba el sendero. Elegí el camino de la izquierda. Mientras subía, algunas personas me hablaron para comentar lo lindo del paisaje. Al parecer acababa de encontrar uno de los principales imanes primaverales para turistas y habitantes locales: los cerezos japoneses.
Seguí los cerezos para finalmente llegar al Jardín de las Rosas, un parque situado en la cima de una colina y desde el cual se puede observar la histórica ciudad de Berna -Patrimonio de la Humanidad- en todo su esplendor. Allí me encontré con niños escalando árboles, jóvenes de picnic, algunas personas leyendo y más cerezos en flor.
Pero ¿por qué florecen cerezos japoneses en la capital de Suiza? por lo que leí estos árboles son un regalo de Yoshiyuki Urata. Este señor era un gran admirador de Berna y después de una visita a la ciudad en 1975 decidió regalar un total de 110 árboles Someiyoshino provenientes de su natal Japón. Un gran parte de estos árboles fueron plantados en el Jardín de las Rosas y el resto en el camino que lleva al mirador del Jardín.
En Japón se le denomina a la flor del cerezo Sakura. Su apariencia sutil y sus colores pálidos se asocian a la fragilidad y la transitoriedad de la vida. El florecimiento de los cerezos es de muy corta duración y suele ocurrir entre últimos días de marzo hasta los primeros días de abril. La flor del cerezo también puede simbolizar la inocencia, la sencillez, la belleza de la naturaleza y el renacimiento que trae la primavera.
Los japoneses realizan una celebración denominada Hanami para ir a contemplar la belleza del paisaje cuando los cerezos florecen. El Hanami consiste en irse de excursión a lugares donde florecen los cerezos para pasar el día con la familia y amigos pero también para admirar la naturaleza.
Cuando faltaban unos poco minutos para el atardecer busqué un lugar donde sentarme a mirar como el sol se ocultaba tras el río Aar. A mi lado una mujer y dos niños pintaban con acuarelas. De fondo sólo se oían el murmullo de algunas conversaciones y uno que otro pajarito saludando desde los árboles.
Más info:
- Encontrarán más fotos sobre el Hanami aquí .
- El Jardín de las Rosas de Berna lo encuentran en este mapa.