Una revolución verde brota en las calles de Berlín. Se llama Prinzessinnengärten (el Jardín de las Princesas) y se ubica en el barrio de Kreuzberg, el corazón multicultural de Berlín. Con este proyecto, un huerto comunitario, sus fundadores buscan aumentar la diversidad biológica, social y cultural del barrio y ser pioneros en una nueva forma de convivencia en la ciudad.
Lo primero que veo nada más salir de la estación de metro Moritzplatz es una reja cubierta de verde. Y justo en la esquina de la cuadra -casi imperceptible entre las bicicletas estacionadas, unos girasoles y un abedul- distingo la entrada principal del jardín.
No puedo creerlo, como si hubiera cruzado un portal hacia un universo paralelo de repente estoy en un oasis verde rebosante de vida entre los edificios más bien grises. A medida que avanzo comienzan a aparecer en mi camino perejiles, tomates y ajíes. Flores amarillas crecen en las plantas de zapallo que cuelgan de una estructura de madera reciclada y las mariposas revolotean entre las acelgas. Un señor mayor recolecta malezas con una carretilla, un chico joven de rulitos morenos me saluda por mientras se pasea entre las macetas sosteniendo un regadero naranjo. Y unos niños junto a su profesora escuchan atentos como se produce el compost.
Al final del camino veo un pequeño bosque. Al costado de este, una cafetería con mesas de madera, sillas naranjas, azules y verdes. A la sombra de los árboles, entre los delicados troncos de fresno (Esche, en alemán), un montón de gente come y conversa.
Prinzessinnengärten es probablemente uno de los proyectos de jardinería urbana más conocidos en Berlín. En un área de 6000 mts cuadrados que se había transformado en un terreno baldío después de la guerra y gracias a la generosa aprobación del gobierno local de la ciudad, en 2009 se creó en el lugar un huerto comunitario pensado como un centro social de integración y educación ambiental.
En Prinzessinnengärten nadie es un experto. Cualquier persona que quiera aprender sobre apicultura o a cultivar vegetales, hierbas y flores puede participar en el proyecto a través de cursos y experimentar junto a otros jardineros urbanos.
Todo se cultiva en contenedores móviles, bolsas de arroz, cajones y envases reciclados de todo tipo. Lamentablemente el contrato de arriendo del terreno no es permanente, se renueva cada año por lo que el jardín completo está pensado para trasladarse en cualquier momento si es necesario. Y justamente por esto es impresionante lo que pasó el 2012. A tres años de la inauguración del jardín, el gobierno tenía intenciones de vender el terreno, sin embargo a través de una carta abierta al Senado y las firmas de más de 30.000 personas se impidió la privatización planificada.
Me acerco a la pequeña cafetería de madera al costado del bosque. En la carta se ofrecen distintos tipos de bebidas, jugos, cerveza, café, té y un menú que varía cada día dependiendo de la disponibilidad de verduras del huerto. Hoy hay Pizza Margarita y lo mejor de todo, también hay ¡Pizza del Jardín! Esta pizza es especial ya que se hace con las verduras que cosechan aquí por lo tanto cada día es diferente y fresca. Hoy la pizza es de zapallitos italianos, papas, cebolla y salsa blanca.
Esta cafetería además de aprovechar las deliciosas verduras orgánicas sirve para financiar el proyecto. El jardín cuenta también con un puesto para vender los productos cosechados, una librería y un área de juegos para niños.
Estoy sentada cerca de las colmenas. Por lo que leí una de las ventajas de la miel que se produce en el Prinzessinnengärten es que es incluso más limpia que la miel del campo. Las abejas tienen las flores directo en el jardín y saben el momento del día exacto en que las flores producen néctar, por lo que este no alcanza a contaminarse con el aire de la ciudad y está siempre fresco.
El rugido de los motores de la calle ya casi ha desaparecido entre el canto de los pájaros y las voces a mi alrededor. Palabras en italiano, argentino, inglés, español y alemán se mezclan con el sonido de una abeja que me zumba hace rato en la oreja. Una chica pasea con un coche y un bichito rojo -no identificado- camina sobre mi libreta mientras escribo.
Los jardines comunitarios están cambiando la forma de entender y vivir la ciudad. Uno de los fundadores del proyecto, Marco Clausen, cuenta a través del sitio web: “… aquí se da una constante comunicación entre el jardín y su entorno, siempre hay una interacción que deja abierta la posibilidad de que sucedan cosas nuevas. En la ciudad existen muchas divisiones entre generaciones y entre contextos culturales distintos. Pero acá hemos aprendido que un jardín es realmente un instrumento para unir a la gente. Especialmente cuando el jardín es un huerto. Comer es algo que todo necesitamos y de lo que todos podemos hablar. Además hay mucho disfrute asociado al comer y creo que eso es lo más importante”.
Prinzessinnengärten se ha transformado en un nuevo lugar de experimentación urbana. Un espacio verde que surge de la iniciativa ciudadana y el apoyo del gobierno local. Un espacio de aprendizaje e intercambio en donde los vecinos producen su propio alimento orgánico a pasos de sus casas. Un lugar donde las personas trabajan juntas, se relajan, aprenden y comen de manera saludable. Un microclima de diversidad biológica, social y cultural. Y todo esto ¡a la salida del metro! Una revolución de abejas y mariposas, una mini utopía palpitando entre el asfalto de Berlin.
Más info:
Acceso: se puede llegar tomando la línea del metro U8. Desde Alexanderplatz son sólo 8 minutos hasta la estación Moritzplatz. Desde Checkpoint Charlie se puede llegar caminando en 20 minutos.
El jardín está abierto de mayo a octubre entre las 10 am y 10 pm. Más detalles sobre los horarios del bar y la cafetería aquí.
Más información sobre Prinzessinnengärten aquí.